
ALGUNAS REFLEXIONES
Por:
Marcelo Mantilla F.*
*Licenciado en Ciencias de la Educación, Especialización Química y Biología
*Doctor en Ciencias de la Educación, Mención Educación Ambiental
*Magister en Docencia Universitaria y Administración Educativa
*Diplomado Superior en Informática Educativa para la Educación Universitaria
*Diplomado Superior en Gerencia con Programación Neuro Linguística
*Diplomado Superior en Tecnologías para la Gestión y Práctica Docente
*Maestrante del Programa en Ciencias de la Educación
Docente de educacióm media y superior
Consultor educativo y Asesor de Proyectos de Investigación y de Inversión.
e-mail lumarmantilla@hotmail.com
En la mayoría de las universidades ecuatorianas en las que se cuentan con las Facultades de Ciencias Humanas o de la Educación, tienen el común denominador de dotar a sus estudiantes, de las herramientas indispensables para formar seres críticos, reflexivos, comprometidos con la transformación social y con un alto nivel de competencias para hacer frente a un mundo globalizado actual, a través de su desempeño en la dinámica laboral, en los distintos niveles para los que fueron formados.
Al ser la profesión docente una actividad eminentemente humana no se puede entender desde otra óptica que no sea la consolidación del hombre como hombre, biológicamente hablando, del hombre como ser humano, valorativamente hablando y, del hombre como ser social, antropológica y socialmente dimensionados en sus contexto y en sus realidades.
El docente formado en las aulas universitarias sale con una visión de mundo, pero ésta obedece a su visión de formación; todo estará directamente ligado a la filosofía de existencia de la universidad. Las universidades con orientaciones mercantilistas que consideran que el mundo gira alrededor del dinero y la economía, formarán docentes con esa particularidad, hacer del ciudadano, un hombre mentalizador del factor dinero, y no significa que esto este mal, per se, siempre y cuando a la par del crecimiento económico, se busque la emancipación de la libertad y condición humana como una autodeterminación de la sociedad.
La educación es para construir sociedades justas, con la equilibrada dimensión de humanidad, cientificidad y tecnología, todo contribuye y enaltece al hombre, pero ese sutil límite de equilibrio se rompe fácilmente y la balanza favorece a unos en detrimento de otros. La fragilidad de esa armonía debe estar en manos de los educadores porque lo que se busca, en última instancia es mejorar la condición humana del hombre, como dice Sabater (1997: 22) “La condición humana es en parte espontaneidad natural pero también deliberación artificial: llegar a ser humano del todo –sea humano bueno o humano malo- es siempre un arte”[1].
El docente es un ser reflexivo y crítico, por tanto, creará discípulos con esa característica y, se justifican plenamente estas cualidades porque el educador es un ser intelectual que construye ciencia y que la modifica, cuando hay que hacerlo, fundamentado desde la praxis metodología y la realidad dinámica como un conjunto dialéctico entre conocimiento, reflexión y valoración de sus alcances y significados en la realidad existente; está mediado por sus estilos de pensamiento entendido como “la manera particular de cada individuo de percibir al mundo, pensar, crear y aprender” (Herrmann, 1995 citado por Rojas, Salas & Jiménez 2006)[2].
El docente formado académicamente (porque aún hay de los otros) tiene en sus hombros la tarea de formar al ciudadano dotado de valores que le den trascendencia humana y que permita la integralidad valorativa del hombre. Hoy vivimos una “anemia axiológica perniciosa” que degrada la condición de humanidad, tal como está concebida a través de la historia; erradicar esta grave epidemia de valores es una razón de peso de la educación actual y hacia allá deben girar todas las miradas del profesional de la educación como principal componente de la formación científica, académica y axiológica del individuo.
Bajo esta minúscula reflexión de la profesión docente y de la educación, surge una interrogante: Los alcances a los que aspira llegar la educación del hombre no se vuelve una utopía desde la realidad actual? Por tanto, bajo esta premisa, es importante ratificar que la educación es el camino principal que emancipe al hombre de lo evolutiva y biológicamente construido a lo socialmente elaborado como una forma sutil de alcanzar la “humanización” de su ser en cuanto ser y de su identidad en cuanto realidad y constructo somos en la naturaleza y en la sociedad circundante de hoy.
[1] SABATER, Fernando. (1997). El valor de educar. Barcelona: Ediciones Ariel S.A.
[2] HERRMANN, N. (1995). “The Creative Brain. Lake Lure N.C.: The Ned Herrmann Group”. En ROJAS, G., SALAS, R. & JIMÉNEZ, C. (2006). Estilos de aprendizaje y estilos de pensamiento entre estudiantes universitarios. Estudios Pedagógicos XXXII, Nº1, 49–75. Temuco (Chile): Universidad Mayor.
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