PERFILES DEL TERCER MILENIO EN EL MUNDO Y EN AMÉRICA LATINA
Por: Dr. Marcelo Mantilla F. MSc.
Licenciado en Ciencias de la Educación, Especialización Química y Biología
Doctor en Ciencias de la Educación, Mención Educación Ambiental
Magister en Docencia Universitaria y Administración Educativa
Diplomado Superior en Informática Educativa para la Educación Universitaria
Diplomado Superior en Gerencia con Programación Neuro Lingüística
Diplomado Superior en Tecnologías para la Gestión y Práctica Docente
Maestrante del Programa en Ciencias de la Educación
Docente de Educación Media y Superior
Consultor Educativo y Asesor de Proyectos de Investigación y de Inversión.
La siguientes reflexiones están basadas en el primer capítulo del libro de Morales (2004) denominado “El giro cualitativo de la Educación”; se intenta analizar la nueva mirada y tendencia mundial en diferentes órdenes y su implicación en la educación actual, con la postura de un nuevo planteamiento de cómo “debería” ser la educación en este nuevo milenio.
El principal componente de la sociedad moderna y de la economía mundial está aupada por la “globalización”, entendida para el Fondo Monetario Internacional (FMI) como: “la interdependencia económica creciente en el conjunto de los países del mundo, provocada por el aumento del volumen y de la variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así como de los flujos internacionales de capitales, al mismo tiempo que por la difusión acelerada y generalizada de la tecnología”. (Citado por Mateus y Brasset, 2002).
Este proceso tiene ya muchos años de instaurado en América Latina y todo pasa por el creciente y abrumador avance de la tecnología, los medios de comunicación, los denominados massmedia, que permiten, de una u otra manera, ser parte de la “aldea global” como bien lo explicara, en su tiempo, Marshall. McLuhan. Primero fue la internacionalización de los mercados entre bloques, luego el salto entre continentes y finalmente el derribo de las fronteras “para convertir al mundo en un territorio de todos, por razones geográficas, pero de pocos por razones económicas”.
Fenómenos de esta naturaleza “modernos” hacen que el individuo latinoamericano, y en este caso, ecuatoriano, de apoco, vaya perdiendo su identidad, su patriotismo, su idiosincrasia, como ciudadano de aldea para convertirse en “ciudadano del mundo” porque la velocidad del cambio es abrumadora y se piensa que quien no se moderniza y sigue a la par de la evolución cultural y social, muere por inanición en un reducido círculo de sus estatus y su mundo ancestralmente originario. Estos son los temores de la globalización para un conglomerado que ya fue bautizado como del “tercer mundo”, de “subdesarrollado”, y que con generosidad suprema hoy se habla de “países emergentes” al menos aquellos que tienen la capacidad de competir, con amplia desigualdad, con las potencias mundiales de grupos como el G-8 o el G-20, etc. que gobiernan “económicamente” el mundo.
Frente a este panorama de la globalización Tedesco (2000) es concluyente al referirse que: “Al estar basada fundamentalmente en la lógica económica y en la expansión del mercado, la globalización rompe los compromisos locales y las formas habituales de solidaridad y de cohesión con nuestros semejantes. Las élites que actúan a nivel global tienden a comportarse sin compromisos con los destinos de las personas afectadas por las consecuencias de la globalización. La respuesta a este comportamiento por parte de los que quedan excluidos de la globalización es el refugio en la identidad local donde la cohesión del grupo se apoya en el rechazo a los ‘externos’”.
¿Entonces qué hacen los sistemas educativos frente a esta realidad? López (1999) tiene la respuesta al afirmar que: “el modelo educativo para la región tiene una misma receta para todos los Estados, entrega de la conducción real de la economía y la concentración de los beneficios para un pequeño grupo ‘financiero’. Dentro de esta misma lógica las transformaciones que nos proponen surgirán a través del nuevo esquema del trabajador, ‘modernización’, ‘eficiencia’, ‘eficacia’, ‘calidad total’ ‘libre mercado’, ‘desregularización’” y no es que muchos de estos componentes estén mal, lo que los sistemas educativos deben propender es lo que Savater (1997) propone al hablar del valor de la educación que ésta busque la humanización del hombre, “nacemos humanos pero eso no basta: tenemos también que llegar a serlo”.
“En contraposición tanto el Banco Mundial, como el B.I.D. o el F.M.I. han afinado el estudio de las distintas categorías dentro de la mano de obra demandada por el mercado, tanto a nivel de rama o del sector productivo o de servicios. Y es precisamente sobre esta base, que diseñan la ‘oferta educativa’. Esta ya no tiene como principio el potenciar el máximo desarrollo de las capacidades humanas, sino limitar el mismo a las ‘posibilidades’ del mercado. Es decir, sujetar la formación del hombre y del ciudadano a las reglas del mercado, que la explotación impone”. (López, 1999).
En la misma línea de pensamiento de Morales (2004) hay que mirar, en los tiempos modernos, como un privilegio de las Américas, el pertenecer a la Cuenca del Pacífico, zona por demás megabiodiversa, con gente convencida de sus raíces que no se considera amo de la naturaleza, sino que convive con ella en una franca armonía y práctica simbiosis de mutuo entendimiento, aprovechando dosificadamente sus recursos para devolver a cada espacio lo que le pertenece en el marco del respeto y protección de los espacios naturales, tan es así, que el Estado ecuatoriano incluyó en su Constitución Política “los Derechos de la Naturaleza” para validar el respeto y cuidado de la misma con una orientación de sostenibilidad y sustentabilidad.
El tercer milenio tiene otras características que demarcan la diferencia con el siglo pasado: la urbanización; producto de este fenómeno se han generado las megaciudades con una congestión sin igual, que así como generan desarrollo económico, también presentan serios desafíos para los planificadores urbanos y los gobiernos de turno: se incrementan los problemas sociales y se generan conflictos de seguridad, de espacio, de insalubridad, de mendicidad, desempleo, etc. “para el 2030, más del 60% de la gente vivirá en ciudades. La tasa de crecimiento es particularmente acelerada en muchas de las denominadas megaciudades, ciudades con más de 10 millones de habitantes. Las megaciudades listadas por las Naciones Unidas tienen una población total alrededor de 280 millones. Ellas están incrementando los motores de crecimiento de sus respectivas economías nacionales. Pero así como estas ciudades y economías crecen, también lo hacen sus desafíos. Un asunto clave es el peso que ocupa el crecimiento sobre las infraestructuras urbanas” (Siemens AG, s/f).
Muchos criterios se esgrimen al respecto y hay un sinnúmero de investigaciones sobre las implicaciones de la presión demográfica en las ciudades que son las causantes también de los problemas ambientales, “El crecimiento poblacional es una de las principales causas de los problemas ambientales. Más de 60 millones de personas migran a las ciudades cada año. Esta tendencia es más marcada en las zonas urbanas de los países en desarrollo. Este hecho agrava ciertos problemas de estas ciudades como son la falta de infraestructura para vivienda, de sistemas de transporte, y el desabasto de agua potable y de drenaje, entre otros. A pesar de estas carencias, las personas y las familias continúan emigrando hacia las zonas urbanas con la esperanza de tener mayores ingresos y una mejor calidad de vida”. (http://mce2.org/education/posters_esp/carteles03.pdf)
Un elemento concomitante con el siglo XXI es la “postmodernidad”, entendida como: “movimiento sociocultural de la década de los ochenta, que caracteriza principalmente por rechazar todo lo considerado moderno” (SALVAT: 12549).
En el documento electrónico “Introducción a la postmodernidad” se aclara la idea de este postulado o paradigma sociológico que cobra vida a finales del siglo XX y se mantiene con vitalidad en el presente, “La Postmodernidad se encuentra decepcionada con la Modernidad, pero su decepción no sólo es teórica, sino que sobre todo es práctica. La razón moderna se anunció como la salvación humana, como el medio para conseguir la felicidad de los hombres, pero después de un siglo escaso de dominio, la razón ha dotado de armas a los seres humanos para matarse y destruirse con la mayor crueldad que han registrado todos los tiempos. Las guerras mundiales son la mejor expresión del fracaso de los ideales ilustrados. La Ilustración en su deriva técnica ha creado máquinas de destrucción y en vertiente teórica ha ayudado a legitimar la necesidad de llegar a cabo sus ideales, o las variaciones de estos, por todos los medios al alcance”. (http://geografosubjetivo.files.wordpress.com/2008/04/introduccion-a-la-postmodernidad.pdf)
Este surgimiento viene como una alternativa de confrontación o rebeldía frente al sistema moderno capitalista imperante en el siglo y que pervive con mayor fuerza en el actual pero, es precisamente por aquello que, Márquez-Fernández (2003) analiza con meridiana claridad al decir que: “El paradigma racionalista de la modernidad capitalista nos ha llevado a la crisis y al caos de una forma de pensar y hacer la Historia que no debería ser más. Esto ha propiciado un cuestionamiento a la metafísica y un escepticismo epistémico acerca del poder constituyente de la razón en el logro de un mundo humano de libertad y progreso. La modernidad no ha podido crear ese mundo, a pesar de contar con una base tecno- productiva suficiente, porque ha convertido el conocimiento científico en una estructura de poder político, estético, simbólico, comunicativo, etc., siempre al servicio de la dominación. Este desplazamiento del modo de producción capitalista, es la que ha originado el fenómeno ‘postmoderno’ que transitamos, y que es preciso debatir políticamente, aunque se hable del ‘fin de las ideologías’, puesto que las bases materiales e ideológicas de la alienación no han desaparecido, sino que hoy, más que ayer, se han reproducido. Las diversas manifestaciones postmodernas siguen siendo parte de la formación económica capitalista moderna, por lo que éstas no dejan de ser un resultado de la crisis de su modelo de racionalidad. Esto no supone el ‘fin’ de esa formación social, por el contrario, podría entenderse como otra fase de su evolución histórica”.
La tendencia económica más arraigada en los últimos tiempos es el neoliberalismo, en la que considera a la “sociedad como mercado, no como comunidad de personas…. en la que el interés privado constituye la única fuerza capaz de unir a los individuos…..que convierte la vida en una lucha salvaje por la supervivencia, el dinero y el poder, indicadores clave de resultados en la sociedad capitalista” (Morales, 2004).
Tamayo (s/f: internet) es más radical al decir que: “El neoliberalismo es una radicalización por la vía del individualismo y del interés propio, del liberalismo tradicional, porque por lo menos el liberalismo clásico tenía un cierto componente humanista y venía a proteger y a defender la libertad de la persona. El neoliberalismo arrasa absolutamente con todo y la persona es un simple valor de cambio y deja de ser fin y se convierte en simple medio para conseguir los objetivos que se propone”
¿Con estos antecedentes qué le espera a la educación latinoamericana? Dejemos que Morales mismo exponga sus criterios fundamentados en los siguientes componentes que deben primar en el ciudadano, en el educando, en el hombre, entendido como género humano, estos dones y estas aspiraciones:
ü Educación para un humanismo cosmopolita
ü Educación para una sociedad pluralista
ü Educación para una ciencia y tecnología autóctonas
ü Educación para el futuro
ü Educación para el liderazgo
ü Educación para la autonomía y la autogestión
ü Educación para la conservación y desarrollo del medio ambiente.
BIBLIOGRAFIA
- INTRODUCCIÓN A LA POSTMODERNIDAD. (s/f). [En línea] disponible en: http://geografosubjetivo.files.wordpress.com/2008/04/introduccion-a-la-postmodernidad.pdf consultado el 4-11-2011.
- LÓPEZ, Carlos. M. (1999). Efectos de 15 años de cambios neoliberales en la educación pública en las Américas. Documento de la conferencia IDEA, Quito, Ecuador, Septiembre-Octubre de 1999. Red Social para la Educación Pública en las Américas.
- MÁRQUEZ-FERNÁNDEZ, Álvaro. (2003). Modernidad y postmodernidad entre el humanismo histórico y la razón escéptica. Ágora. Trujillo, No 11. Enero-Junio 2003. [En línea] disponible en: http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/17557/2/alvaro_marquez.pdf consultado el 4-11-2011
- MATEUS, Julián. R. y Brasset, David. W. (2002). La globalización: sus efectos y sus bondades. Revista Economía y Desarrollo- Marzo 2002, vol. 1, No 1. Disponible en: http://www.fuac.edu.co/revista/M/cinco.pdf consultado el 4-11-2011.
- MORALES, G. Gonzalo. (2004). El giro cualitativo de la educación. (Décima edición). Colombia: Litocencoa Ltda.
- SAVATER, Fernando. (1997). El valor de educar. Barcelona: Editorial Ariel, S.A.
- SALVAT. La enciclopedia. (2004). Postmodernidad. Madrid: SALVAT editores S.A.
- SIEMES AG. (ed.) (s/f). Desafíos de las Megaciudades. Una perspectiva de los líderes y expertos. Bogotá: Grupo OP Gráficas S.A.
- TAMAYO, Juan J. (s/f). Neoliberalismo, Globalización, pensamiento único. [En línea] disponible en: http://www.comunidadescristianasdebase-murcia.com/documentos/neoliberalismo.pdf consultado el 4-11-2011.
- TEDESCO, Juan. C (2000). Educación y sociedad del conocimiento y de la información. En Revista Colombiana de la Educación 06/2000.
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